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No se quedaron “cortos” (cuac)

El Corto 9-3 Aguada

El combinado delegado por Maxi Yuliano demostró ser candidato. Se floreó con variantes en ofensiva.

 

En el arranque de la fecha, El Corto de casacas argentinas se las veía con Aguada que mandó a hacer sus pilchas y mientras tanto debutaban de pecheras (aunque en el entretiempo el ayudante de campo les trajo un juego que no por viejo dejaba de estar bueno).

De un lado, muchos suplentes. Del otro, los muchachos de Aguada que llegaron un poco tarde y apenas si completaron. Aunque al rato eran varios también.

El Corto pareció más ordenado, desde el arranque, en el partido. Haciéndose del balón y siempre en sentido vertical, inclinando la cancha a su favor, mientras que Aguada apostaba a la contra con mañas y algún destello de calidad del talentoso Octavio Martínez.

Y el primer grito lo pegó, de forma merecida, quien iba a ser no sólo una de las figuras de la cancha, si no también de la fecha: Alex Atucha (8). El “rapado” sacó un sablazo seco y la puso junto a un palo. Desde ahí, como que todos sus compañeros siguieron presionando pero con mayor soltura, podríamos decir, y llegó lo mejor del partido. Porque a Alex en cuanto le quedaba alguna, pum. Sacudía duro. Y dicen que no pudo ir, pero tienen otro compañeros los muchachos del Corto que todavía le pega más duro. Uno que jugó en Tigre. No queremos creer… lo que puede llegar a ser tener que atajarle los tiros a ese muchachito porque Atucha ya de por sí genera respeto.

El segundo tanto también lo decreto Alex, tras una buena combinación con Maxi Yuliano. Y el tercero el propio “8” sacó otro misil a la salida de un corner. Realmente intratable Atucha, por la fe que se tiene al momento de impactar el balón. Y ya con la balanza totalmente inclinada a su favor, apareció el “10”, el Chinito Benítez para anotar primero el cuarto, de media vuelta, y al toque nomás el quinto. Apenitas unos instantes posteriores de su bautismo en la Copa.

Aguada, es bueno que lo sepan, no apeló increíblemente al tiempo muerto. Eso es algo a lo que se irán acostumbrando los equipos en la Copa Cosa de Serranos. Cuando tu equipo está golpeado, aturdido o perdido, un muy buen manotazo de ahogado suele ser pedir un minuto. Cada equipo tiene la posibilidad de pedir uno por partido. Y nosotros, desde afuera, consideramos que habiendo relevos en el banco de Aguada, tranquilamente alguno de ellos o mismo el propio delegado Soria podría habérselo solicitado al árbitro. Era un poco poner paños fríos a ese vendaval de goles que estaban padeciendo. Lo cierto es que pese a todo eso, nos dimos el gusto de ver un lujito para el cuadrito. Porque entre medio de ese avasallamiento de los cortos, “Oti” Martínez se despachó con un cambio de pisadita sublime ante, si mal no apuntamos, Maxi Yuliano. A  lo Riquelme, se la mandó a guardar entre las piernas cuando estaba atorado contra la raya, saliendo del paso de manera insuperable. Potrero en estado puro Octavio…

Y ese delicioso gesto técnico, aunque les parezca mentira, sirvió para que Aguada se relaje un poco más, en el buen sentido, y comience a demostrar también su potencial ofensivo.

Primero se lo devoró Juan Carlos Soria con una vaselina que, si entraba, se convertía en el golazo de la fecha. En el mano a mano y con la pelota picando, intentó deslizarla por encima del golero y debajo del travesaño. Salió lo primero pero no lo segundo. Merecía ser gol por la ocurrencia del corpulento delantero.

Al rato nomás, Franco Marchetti le dio con tres dedos, cual Chelo Delgado en sus mejores tiempos, y ¡clanck! El palo le dijo que no… el arco quedó temblequeando. Los hermanos Marcelino y Octavio Martínez como que se despabilaron y comenzaron a generar acciones de riesgo. Por la bandas el bueno de Marcelino (2) demostró criterio para pasar al ataque y habilitar a Soria. Y si bien varias no terminaron en gol, al menos, le levantaron la moral a los “aguados”.

Y una cosa llevó a la otra, Soria la guapeó con un defensor y el golero rival y ese entuerto que se generó le dejó un rebote a Marcelino que descontó sin titubear. A  todo esto, el golero Soria le puso el pecho a las malas y tapó dos o tres pelotas que fueron bravas.

Terminaba la primera mitad y Soria le quemó las manos a Jonatan Orellano con un potente tiro libre que el “1” “corto” supo controlar. Así se fueron al descanso, 5-1 en favor de los de Maxi Yuliano.

Y el segundo tiempo comenzó con el mismo frenesí, el recién ingresado Silvio Yuliano demostró técnica y picardía en un córner al mandarlo olímpico. Fue el sexto tanto. Fue tan astuto que él solo gritó el gol. Todos los demás, incluso sus compañeros, quedaron “recalculando”. Y al toque: descontó Daniel Fernández con un remate cruzado. Es decir, los recién ingresados mantenían en vilo el buen ritmo del partido porque “El Pelado” Fernández le dio cierta enjundia a los suyos. Los contagió con optimismo y determinación. La gente empezaba a amontonarse en la cancha techada de al lado para ver las acciones del cotejo. Lo que se nota, es un clásico del complejo De Rabona. De inmediato, Ale Arévalo (la mujer del Polaco –dueño del Complejo) siempre tan atenta acercó unas sillas para que los espectadores puedan acomodarse y divisar mejor el espectáculo. Dicho sea de paso: el servicio de cantina que ofrece el complejo los distingue, sin dudas. Cuentan que los sanwiches de milanga que hacen Ale son una exquisitez. Ya tendremos la oportunidad de probarlos (je, je).

A todo esto, otro recién ingresado, Agustín Navarro (13) metió un pase como pocos se vieron el domingo, largo y cruzado y para frutilla del postre el diminuto Fidel Atucha (9) lo conectó de primera y con cara interna para acomodarla junto a un palo. Recontra golazo. 7-2 el parcial a favor de los cortos y otra vez Aguada que necesitaba un minuto de paz. Pero no lo pidieron, quizás por desconocimiento del reglamento, y vaya si Fidel se entonó con el gol anterior que se mandó una gran maniobra individual y decretó el 8-2. Tremendo lo del “9” porque es un jugador escurridizo e inquietante. El noveno, como para redondear la faena, lo decretó Agustín Navarro tras correr contra un costado la pelota y ante la salida del arquero acariciarla con poco ángulo pero mucha técnica y colgarla junto a un palo. Perdido por perdido, Julián Fernández descontó con el honor a cuestas y Aguada se fue de pie, sabiendo que lo mejor para ellos es despuntar el vicio y tomarse un buen trago tras el partido. Sin dudas, por esa actitud tan sana y divertida de tomarse el fútbol es que figuran entre los candidatos a viajar a Mardel en la versión fair play, quizás –y solamente por ahora- un escaloncito debajo de Trinidad y los Vagos, puesto que éstos últimos llegaron a tiempo al partido. Y esos pequeños detalles suman. Pero son de la onda de equipos que más abiertas tienen las puertas en este torneo.

Figura de la cancha: Alex Atucha (El Corto – 9 puntos). Implacable con su confianza para pegarle al arco. Le preguntamos en la nota post-partido cuántas veces le había pegado al arco y se quedó corto, ja. Es una máquina de darle y darle a la pelota y tuvo una tarde atinada. Fue clave para que su equipo pise fuerte en el arranque del torneo. ¿Podrá sostener este nivel?

Figura de su equipo: Marcelino Martínez (Aguada – 7 puntos). Criterioso, de perfil bajo, sin estridencias, se dedica a lo suyo: marcar y desbordar. Cuando le quedó alguna pelota, le pegó y hasta fue quien abrió el tanteador para los suyos. Pasó varias veces al ataque y asistió a sus compas con buen tino. De esos jugadores que da la sensación siempre juegan para 7 puntos y no te faltan nunca. Sin dudas, es una pieza fuerte en la que debería apoyarse toda “Aguada”.

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